martes, 28 de diciembre de 2010

Decidí que yo tampoco se vivir,que solo estoy improvisando


Decidí empezar cada mañana con un café y una sonrisa, dejar de ser para darlo todo, no esperar a las oportunidades porque estas quizás nunca lleguen y entonces empezé a buscarlas. Decidí que los problemas son una manera de rompernos la cabeza en busca de una solución, que las noches son misteriosas y por eso cada noche juego a ser detective. Decidí ver los desiertos como la posibilidad de encontrar un oasis. Decidí dormir de tu lado de la cama para no poner la almohada, que lo importante no es ser primero o segundo sino dejarse la piel en el camino, pero que si quedas primero todos te van a admirar. Aprendí que subir una montaña se hace más fácil cuando vas dejando las cosas pesadas por el camino, que cada segundo es una oportunidad para seguir cambiando. Aprendí que sólo eres afortunada si tienes alguien a quien llamarle 'amigo'. Decidí que cada arruga que me hagan los años las llamaré 'aventuras', así seré una vieja con muchas aventuras. Decidí cambiar el calendario y empezar en verano, que mi color favorito iba a ser el de los ojos de la persona que me dejara sumergirme completamente en ellos. Aprendí a quererme tanto a mi que dejé de quererte a ti, a tener una amiga que quiere conducir un Ferrari sin tener carnet y que me deja su hombro cuando lo necesito, que tiene lo que a mi me falta y he aprendido a quererla como es, sin cambiar nada de ella. Aprendí que sólo tengo un corazón y a no sacrificarlo. Decidí que sólo las monjas deberían llamarse 'Inmaculada', a cometer errores, a perdonar, a recoger las cosas e irme antes de que me pidan que lo haga, a llamar a una pizzería mientras llega la policía, total, llegan mas rápido las pizzas. Aprendí a vivir con los pies en la tierra y la cabeza en las nubes. Decidí que yo no sé vivir, que sólo estoy improvisando. Aprendí a querer con la mente y el alma porque el corazón es muy débil y el cerebro es el único órgano de nuestro cuerpo que sigue vivo siete minutos después de nuestra muerte. Aquel día aprendí a vivir soñando, y desde entonces sólo duermo para soñar.

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